martes, 3 de julio de 2007

Entre bombos y banderas






Se celebró el aniversario del comienzo del proceso de independencia de Argentina. En la Plaza había mucha gente, y un clima bastante familiero. Había tantos chicos que uno a veces piensa que la tasa de natalidad en este país goza de muy buena salud.
Celeste y blanco. Era todo lo que se podía persuadir en una Plaza de Mayo inmersa en la gratificación de festejar otro nuevo año del comienzo de la independencia Argentina.
Desfiles, actos, palabras………Yo era una más en la multitud. Personajes vestidos de época, escarapelas y banderas, las cuales eran difíciles de dejar ver como un símbolo de consumo en medio de una fiesta patria.
Las mejores fotos se nos aparecen de repente. Y algunas hasta vienen con composición incluida, y una paleta de colores sorprendentemente coherente. De fondo, la Casa Rosada, inmersa en una oscuridad transparente que permitía vislumbrarla.
El ruido, las risas, los correteos de los niños. Todo parecía perfecto. Nadie pensaba en la situación económica o política Argentina que tanto nos hace renegar día tras día.
El izamiento de la bandera, a las 8 de la mañana, me dejó pensando. Ese acto tan simple y lleno de significados, nos dejaba vulnerables frente a tal inmensidad: NUESTRA BANDERA, defendida e indefendible. Vendida y adquirida.
En medio del festejo, grupos políticos. Siempre en el medio, intentando cumplir sus derechos.
Magia: personas unidas con el mismo fin, pero esta vez sin enfrentarse al Estado.
El Cabildo parecía más blanco que de costumbre. Irradiaba compañía.
Eran las 17 horas y el sol ya se ponía. Ya no había gente en la plaza. De vuelta todo a la normalidad. Igualmente, los colores celestes y blancos seguían flameando en un cielo perfecto lleno de tranquilidad y seguridad, de que ese día, se dejó de lado el status y clases sociales y todos formaron una gran familia argentina.

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