Si bien ya conocemos que el líder del PRO, Mauricio Macri, será el nuevo Jefe de Gobierno Porteño gracias a su victoria en segunda vuelta sobre el candidato oficial del Frente Para la Victoria, Daniel Filmus, no podemos dejar pasar por inadvertido el folclore que implica las elecciones en Buenos Aires.
Durante los meses previos a la decisión final, comienza el momento de campaña. Esto implica que cada uno de los candidatos expone a los cuatro vientos las cualidades por las cuales debe ser electo. Comienza a inundarse la ciudad de afiches, pancartas, pasacalles, se reproducen avisos televisivos y radiales. La competencia es absoluta y bastante cruel, al punto que se trata también de socavar y hacer hincapié sobre las deficiencias e irregularidades de los competidores.
Se plantea una guerra de la oratoria en la que la ironía, la soberbia y el orgullo son las herramientas principales que todo candidato debe manejar a la perfección hasta el último segundo previo a la veda política. Hasta que llega ese domingo tan especial en el que se deja relegado a un segundo lugar el plano religioso y las elecciones se ponen en boca de todos.
Empieza un momento muy particular en el que luego de ir a votar y de las reuniones familiares, se hace un seguimiento paso a paso de los resultados a boca de urna y de las especulaciones que cada uno de los candidatos hace en interminables discursos en sus búnkeres aguardando los resultados oficiales. Aparecen personajes extravagantes e irreconocibles como punteros políticos, jefes de campañas, etc., todos muy exaltados, saltando y cantando canciones de cancha y vitoreando el nombre del candidato que apoyan.
Hasta que llega el momento tan esperado: los resultados oficiales, la cara de la victoria y la de la derrota, la alegría y la desazón, el orgullo altivo y el orgullo herido, la mirada arriba y la cabeza cuasi-gacha, el festejo y el desánimo, el nuevo Jefe de Gobierno Porteño y el primer perdedor. Con ese instante cruel en el que uno se lleva la gloria y el otro vuelve con las manos vacías, se termina un proceso que guarda una mística especial.
Una elección denota el fervor cultural de los argentinos que hacemos política al andar y que sigue demostrando que en nuestra sociedad siempre va a haber vencedores y vencidos.
Julia Franco
Alexander Garrido
Flavio Florencio Sanchez
Pablo Fraile
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